sábado, 14 de abril de 2018




Son las 5am del lunes, Me levanto, me baño. Voy a la cocina y antes de preparar el desayuno  enciendo el televisor. Son las 6am y sintonizo el noticiero (para empaparme un poco de la agitada realidad), lo primero que escucho es la melodía del himno venezolano. Mi país tan repleto de nacionalismo ¿cuál nacionalismo?  El de Cuba, el de Rusia o el de Corea del Norte.
Además del tema electoral (el tópico persistente en la sociedad venezolana), y el 5to aniversario de la muerte del último caudillo venezolano Hugo Chávez, la primicia es la premiación de los Oscar: la forma del agua, coco y la mujer fantástica son las tres películas que salen a la palestra. Y yo, sigo en la incertidumbre de cómo enfrentar el día de hoy. Primero debo ir por Paula y estar con ella, saber un poco más de sus balbuceos y primeras palabras. Me detengo y dejo que el día suceda. Son las 8am y no hay transporte público, las personas caminan aceleradamente para llegar a sus lugares de trabajo. -Venezuela; un país donde tengo todo pero no tengo nada- .
El cáncer y las infecciones corporales ataca a mis seres queridos y me siento indefenso, observo como los va extinguiendo a uno por uno lentamente “una  mala praxis médica” –eso es la razón- dice mi madre 
La matanza en Calabozo: 60 muertos: El mundo ya está al tanto de esa situación y en Venezuela los medios no han informado nada sobre este esta noticia. Que se vaya la mezquindad, el odio, la indiferencia, pero sobretodo que nos devuelvan a Venezuela.


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