Son
las 5am del lunes, Me levanto, me baño. Voy a la cocina y antes de preparar el
desayuno enciendo el televisor. Son las
6am y sintonizo el noticiero (para empaparme un poco de la agitada realidad),
lo primero que escucho es la melodía del himno venezolano. Mi país tan repleto
de nacionalismo ¿cuál nacionalismo? El
de Cuba, el de Rusia o el de Corea del Norte.
Además
del tema electoral (el tópico persistente en la sociedad venezolana), y el 5to
aniversario de la muerte del último caudillo venezolano Hugo Chávez, la
primicia es la premiación de los Oscar:
la forma del agua, coco y la mujer fantástica son las tres películas que
salen a la palestra. Y yo, sigo en la incertidumbre de cómo enfrentar el día de
hoy. Primero debo ir por Paula y
estar con ella, saber un poco más de sus balbuceos y primeras palabras. Me detengo
y dejo que el día suceda. Son las 8am y no hay transporte público, las personas
caminan aceleradamente para llegar a sus lugares de trabajo. -Venezuela; un país
donde tengo todo pero no tengo nada- .
El
cáncer y las infecciones corporales ataca a mis seres queridos y me siento
indefenso, observo como los va extinguiendo a uno por uno lentamente “una mala praxis médica” –eso es la razón- dice mi
madre
La
matanza en Calabozo: 60 muertos: El mundo ya está al tanto de esa situación y
en Venezuela los medios no han informado nada sobre este esta noticia. Que se
vaya la mezquindad, el odio, la indiferencia, pero sobretodo que nos devuelvan
a Venezuela.
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